26 mar 2012
22 mar 2012
Déja vú
Publicado por Loquita Diplomada | en 18:15 | 15 LocurasTocaron las doce cuando ya vieja y cansada iba aquella mujer hacia su cuarto, se había despedido de sus nietos y de su hija. Se encontraba atravesando el pasillo directo a su habitación cuando vio sobre una mesita que se encontraba ahí, un rosario roto que pertenecía a una de sus nietas, a la menor para ser más precisa, y en ese momento pensó “lo arreglaré mañana”. Así siguió su recorrido al cuarto. Se acomodó en la cama y miró su mesita de luz, agarró uno de los dos portarretratos que se hallaban en la misma. Miraba a su hija junto a su marido y sus nietas y pensó “Qué linda familia que formé, lástima que mi amado ya no esté aquí para verlo”. En ese instante regresó la foto al lugar y agarró la otra, en esta se encontraba su amado y difunto marido, lo miró, sonrió y dijo: - Daría todo por verte, aunque sea solo por una vez.
En ese momento vio una luz blanca y sintió como si su cuerpo comenzara a elevarse en el aire, le daba ganas de irse, sentía un bienestar puro, el tiempo ya no corría, era hora de irse con su amado que venía a buscarla para ya no regresar.
Sonó el despertador, María lo apagó de malas ganas, quería seguir durmiendo. Hacía varias noches que tenía sueños muy raros pero a su vez muy reales, basados en cosas que le fueron sucediendo a lo largo de su vida.
Mientras se vestía se puso a pensar en todo lo que había logrado en su vida. De chica siempre se sintió muy a gusto con su familia, sus padres nunca permitieron que le faltara nada y cuando los necesitaba estuvieron ahí para ella. En el colegio fue la mejor de la clase, buena compañera, lo que hizo que tuviese muchas amigas, las cuales hasta hoy en día seguían en pie con esa amistad de años. Les debía mucho a sus amigas, en especial el haber conocido a Bartolo (su difunto amado) con quién se casó y tuvo una hija la cual le dio dos hermosas nietas.
Así estuvo toda la mañana pensativa…
Luego del desayuno se dirigió hasta el mercado de frutas. En cuanto regresó a su casa se encontró con su nieta mas chica llorando.
-¿Qué te pasa mi niña?- le preguntó, a lo cual esta le contestó:
-Nada, el rosario que me regalaste se me ha roto
-No te preocupes, dámelo que para mañana te lo tengo arregladito, no te pongas mal, esto tiene solución, nadie se ha muerto mi niña
La niña sonrió, se lo dio y añadió: -Gracias abuela, te quiero
María apurada lo dejó en una mesita que se encontraba en el pasillo que daba a su cuarto y enseguida se fue al almacén para comprar otras cosas que le hacían falta.
Esa noche todos se reunieron a cenar. Conversaron de la vida y de sus vivencias cotidianas.Por parte de su hija y su yerno hablaron de trabajo todo el tiempo, lo cual a su nieta mayor no le agradaba nada, pedía a gritos atención, decía estar en una edad complicada y que nadie en la casa, excepto su abuela, la escuchaba. En eso su nieta menor le preguntó:-¿Me arreglaste el rosario?
-Perdón, pero todavía no he tenido tiempo, para mañana te lo arreglo sin falta ¿Si?
-No hay problema- le respondió de forma cálida
María al empezar a sentir que el sueño se adueñaba de ella, se despidió de todos con un beso y un “hasta mañana”.
Tocaron las doce cuando ya vieja y cansada iba aquella mujer hacia su cuarto, se había despedido de sus nietos y de su hija. Se encontraba atravesando el pasillo directo a su habitación cuando vio sobre una mesita que se encontraba ahí, un rosario roto que pertenecía a una de sus nietas, a la menor para ser más precisa, y en ese momento pensó “lo arreglaré mañana”. Así siguió su recorrido al cuarto. Se acomodó en la cama y miró su mesita de luz, agarró uno de los dos portarretratos que se hallaban en la misma. Miraba a su hija junto a su marido y sus nietas y pensó “Qué linda familia que formé, lástima que mi amado ya no esté aquí para verlo”. En ese instante regresó la foto al lugar y agarró la otra, en esta se encontraba su amado y difunto marido, lo miró, sonrió y dijo: - Daría todo por verte, aunque sea solo por una vez.
En ese momento vio una luz blanca y sintió como si su cuerpo comenzara a elevarse en el aire, le daba ganas de irse, sentía un bienestar puro, el tiempo ya no corría, era hora de irse con su amado que venía a buscarla para ya no regresar.