12 abr 2010
El Rapto
Publicado por Loquita Diplomada | en 20:46 | 12 LocurasEn el día de hoy, me sentí enormemente preocupada por hechos horrorosos de mi pasado.
Cuando era pequeña, me encontraba en un Shopping de paseo con mamá y papá, mirando vidrieras desde mi corta altura (en puntitas de pie) para aproximarme a la visión de los grandes.
Todo me parecía llamativo, pero lo que más me gustaba eran las casas de juguetes, en donde habían peluches de todo tipo: Un Oso Winnie Pooh enorme con cara de bobo, (imagino que en esa época al igual que en esta a un precio desorbitante); teletubies gigantes, que seguramente apretándoles en alguna parte dirían:”Hoa” (¡Bue! De ellos aprendí hablar abreviado) “¡Qe ika totada!” y otras tantas divinuras peludas, ideales para mirarlas de lejos, en mi cuarto seguro que no entran (y menos en mi cama para abrazarme a ellos a la hora de conciliar el sueño).
En ese momento en que me deleitaba con tanto peluche, comencé a notar que mis pies se alejaban del piso y unas enormes patas celestes sujetaban mi cintura. No entendía que pasaba, pero sin duda alguien me había tomado sin mi consentimiento.
Comencé a gritar, y el horror se adueñó de mí cuando vi que un enorme conejo me raptaba.
Para colmo mis padres en vez de venir a rescatarme, se cagaban de la risa y sacaban fotos.
Aquí esta la muestra de semejante situación:
Leer más...
Cuando era pequeña, me encontraba en un Shopping de paseo con mamá y papá, mirando vidrieras desde mi corta altura (en puntitas de pie) para aproximarme a la visión de los grandes.
Todo me parecía llamativo, pero lo que más me gustaba eran las casas de juguetes, en donde habían peluches de todo tipo: Un Oso Winnie Pooh enorme con cara de bobo, (imagino que en esa época al igual que en esta a un precio desorbitante); teletubies gigantes, que seguramente apretándoles en alguna parte dirían:”Hoa” (¡Bue! De ellos aprendí hablar abreviado) “¡Qe ika totada!” y otras tantas divinuras peludas, ideales para mirarlas de lejos, en mi cuarto seguro que no entran (y menos en mi cama para abrazarme a ellos a la hora de conciliar el sueño).
En ese momento en que me deleitaba con tanto peluche, comencé a notar que mis pies se alejaban del piso y unas enormes patas celestes sujetaban mi cintura. No entendía que pasaba, pero sin duda alguien me había tomado sin mi consentimiento.
Comencé a gritar, y el horror se adueñó de mí cuando vi que un enorme conejo me raptaba.
Para colmo mis padres en vez de venir a rescatarme, se cagaban de la risa y sacaban fotos.
Aquí esta la muestra de semejante situación:
Por suerte ya lo superé, y cada vez que me topo con enormes conejos celestes por la calle me río y los saludo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)